Soy una drogadicta. O quizá ahora sea un proyecto de ex-drogadicta. Pero no puedo decir que ya lo sea, pues aún siento el poso de esas sustancias que me he suministrado durante años en el organismo.
Llevo 11 días sin fumar. Y lo quiero hacer público, porque aún me siento débil, y tenerlo aquí escrito creo que me ayudará cuando las ganas de un "último" piti, aprietan.
A mí, es que me gusta fumar. Me gusta, porque asocio el cigarrito a los buenos momentos. Asocio esas caladas profundas al rico aroma de un buen café. A las sobremesas con agradable conversación y chupito de hierbas que se alargan hasta las mil. Asocio el piti al momento post-orgasmo, sobretodo cuando ese momento te asalta bien de madrugada y sales a la terraza a expirar ese humo y no oyes más que el silencio. A mí me encanta fumar. Pero ya me he fumado el penúltimo y el último cigarro de mi vida, porque lo que más me gusta por encima de todo es vivir. Estar y sentirme viva.
Era consciente de la dependencia que tenía y que todavía tengo, de esa mierda. Todo fumador sincero consigo mismo, es consciente de eso. Yo nunca me engañé, y si no intenté dejarlo antes era porque sospechaba que jamás lo conseguiría, y por puro miedo al fracaso. Y a pesar de ser consciente, no imaginas hasta qué punto estás enganchado, hasta que consigues estar 48 horas sin fumar. Yo he llegado a darme un poquito de asco por ese motivo. Sentirme minúscula frente a un montón de mierda prensada en un tubito de papel. He llorado de desesperación, porque de repente mi mini-yo se volvía en mi contra, contra mi razón y me retaba a comprar un "último" paquete. Porque he estado dos días mareada, con graves y serios problemas para conciliar el sueño. Con palpitaciones y sudoraciones. Con un mono como el que sufre quien deja de consumir heroína. Me he dado un poco de asco, porque me he reconocido, tal y como empezaba escribiendo en este sitio, como a una drogadicta. Y aún, tras haber pasado por todo eso con toda la dignidad con la que he sido capaz, lo sigo echando de menos.
Es duro. Mentiría si dijera que no lo es. Peeeeeeeero aún así, me resisto. Aunque sea por cabezonería. O por no fallar a quien me repite constantemente que confía en mí y que sabe que lo conseguiré, porque él cree en mí y cree que puedo conseguir lo que me propongo. Y por estar viva muchos años sin problemas respiratorios. Lo conseguiré.
JO, NO VEAS COMO TE ENTIENDO LLEVO ONCE LAAAAAARGOS MESES SIN FUMAR. ESTOY MUY ORGULLOSA DE MI MISMA Y CONSIGO MIRAR A LOS QUE FUMAN SIN ENVIDIA. SE FUERTE... MERECE LA PENA, YO TAMBIEN TENIA ASOCIADO EL CIGARRITO A TODO LO QUE TU CUENTAS, PERO SABES QUE? SE PUEDE VIVIR Y DISFRUTAR MUCHISIMO SIN ÉL... TE LO ASEGURO. ES MAS, NO SE SI ME ENTENDERAS, PERO AHORA ME SIENTO MAS LIBRE SIN EL TABACO....AL FINY AL CABO NO DEJA DE SER UNA DEPENDENCIA.BESITOS Y SUERTE.
ResponderEliminarEnhorabuena!!! 11 meses es mucho tiempo!!
ResponderEliminarEs una gran dependencia ya no solo por el tabaco, sino por la cantidad de sustancias venenosas que le añaden para convertirnos en enfermos y osesionados por una calada mas...
Con hoy ya llevo 15 días, y este finde he superado el salir de vinos y tapas sin él... Muy duro, pero son pasitos que hay que dar para ir avanzando!
Un abrazo!