
Más allá luces. Muchas luces blancas y rojas, de las torres del aeropuerto de Barajas. Y de vez en cuando, a lo lejos, también veo despegar y aterrizar algún avión.
Suelo acostarme tarde. Me cepillo los dientes con los ojos casi cerrados y arrastro los pies hasta mi cama. Duermo desnuda, buscando el calorcito de mi santo, y siempre siempre siempre miro por la ventana. Imagino sobretodo, las prisas y los nervios en las terminales de Barajas. La ansiedad del que espera en "llegadas" y la actividad de todas esas personas que están empezando su jornada laboral cuando yo me dispongo a entregarme a Morfeo.
Me despierto también muy pronto, y vuelvo a mirar por la ventana. Aún no ha amanecido... Siguen esos aviones ahí. O no, seguro que son otros, con otros pasajeros, otros trabajadores en lo alto y en lo bajo de ese aeropuerto... La ciudad no duerme.
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