No voy a volver a decir otra vez que soy capaz de encontrar los momentos para volver a escribir. No he sido capaz de hacerlo en el último año y diez meses. De repente un día no conseguí unir cuatro palabras seguidas, y simplemente dejé de hacerlo.
No sé muy bien por qué. Aunque sí es cierto que algunas personas me comentaron que habían llegado hasta aquí, y me sorprendió ver algún comentario de personas conocidas y de personas anónimas que me resultaban más que conocidas, y qué decir... Me sentí cohibida. Paradojas, claro. Mi foto ahí no deja mucho a la imaginación.
La vida adulta no ha ayudado mucho tampoco. Trabajar, ir a la universidad, cocinar y tender. Y dormir demasiado los sábados. Que cosas... En lo que me he convertido. No es que haya dejado de soñar. La vida adulta no me ha quitado ese placer aún. Pero me ha quitado gran parte del tiempo, y sí, también las ganas.
Y hoy es mi último día de Rodríguez, y el último viernes de esta Cintia de 28 años. No me siento mal, no voy a ser la señora del drama. Pero sí me siento rara. Porque esta semana a solas con mi pequeña Cyn ha sido reveladora. Bueno revelador ha sido el último verano. Pero esta semana he podido pensar más de la cuenta y creo que tomar decisiones. Y escuece un poquito. Un golpe de realidad.
Paso demasiadas horas al día acompañada. Entonces cuando estoy a solas y tranquila empiezan las burbujitas, pero estoy tan cansada que se me cierran los ojos a medio camino. Así que hoy ha sido el día elegido. Hoy tengo que vaciar mi mochila y que se sequen las heridas. Que cicatricen bien antes del domingo, porque no quiero llegar a mis veintitodos con esto a cuestas.
Porque resulta que de repente una mañana te despiertas con una enfermedad terminal. Tuya o de alguien muy cercano por quien darías la vida. O te quedas sin trabajo y sin casa. O te cruzas con un conductor descerebrado. O... A saber. Y eso... Eso no puedes evitarlo, porque la vida se encarga de que no te escapes por mucho que corras. Ese dolor está o estará ahí sin que puedas hacer nada.
En cambio, sí puedes dar un paso hacia atrás y retirarte ahora que estás a tiempo de todo eso que te pica y te escuece y qué cojones, te destroza por dentro. Yo no quiero estar ahí. No elijo estar ahí.
Así que, pequeña Cyn, átate los cordones que empezamos otra vez.