Quizá son esos meses sin verte ni tocarte. Muchos días sin la oportunidad de que mi nariz se pierda oliendo tu pelo mientras tú me abrazas. Y es que te echo tanto de menos... Pero como tú siempre me decías antes de marcharme, nuestro deber es abrir las alas y vivir, lejos o cerca, pero vivir lo que uno mismo quiere y elige. Tal y como hiciste tú.
Yo pasé tu día en otra casa, con otra familia, y con otra madre. Con otra gran mujer, como tú, que cuida y que sobretodo respeta a sus hijos. Con una mujer que me ha ganado por completo, a la que quiero como se quiere a alguien de verdad. Con una gran madre, pero que no es la mía. Y tú, mami, tú pasaste tu día sola.
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